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22 Luego el SEÑOR Dios dijo: «Miren, el hombre y la mujer se han convertido en seres como nosotros, pues saben reconocer el bien y el mal. Ahora tienen a su alcance los frutos del árbol de la vida, para comerlos y vivir para siempre».

23 Entonces el SEÑOR Dios los sacó del jardín del Edén a trabajar la tierra, de la cual el ser humano estaba hecho. 24 Los expulsó y luego puso al oriente del jardín del Edén unos querubines y una espada en llamas que giraba para cerrar el camino de regreso al árbol de la vida.

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